Tomado de Portafolio
Es absurdo que no haya representación de trabajadores informales en la mesa y por ende sea cada vez más lejana la posibilidad de cerrar esta brecha.
Cada diciembre se inicia la mesa de concertación entre empleadores y trabajadores para definir el incremento del salario mínimo del año siguiente. Si no hay acuerdo el Gobierno decreta su aumento unilateralmente; lamentablemente esta decisión en la mayoría de los casos ha sido más política que técnica. En los últimos 26 años solamente se ha logrado consenso en 8 ocasiones, la última el año anterior, con resultados poco afortunados como se verá al analizar las cifras macroeconómicas que mencionaré más adelante.
Todos esperamos el mejor acuerdo posible para que los trabajadores no pierdan poder adquisitivo, pero es fundamental no caer en el populismo.
Un aumento bajo generará una disminución real del ingreso; uno desmedido ocasionará pérdida de puestos de trabajo formales e inflación, que es el peor impuesto para los estratos más vulnerables. Es claro que además se deberá hacer un aumento de unos puntos adicionales por productividad, por encima del IPC, pero teniendo muy en cuenta el reciente estudio del Banrepública que muestra cómo cada punto de incremento por encima de la inflación, deriva en una potencial pérdida de 53.000 empleos. No olvidemos que Colombia por su 10,7% de desempleo ocupa los últimos lugares en la Ocde.
Se escucha que la propuesta que harán los trabajadores y sindicatos será cercana al 20%, muy alejada de la propuesta técnica que presentará el sector real de la economía. Esta diferencia profundizará la división que, hoy más que nunca, es inconveniente para el país, y que infortunadamente sigue creciendo con narrativas de buenos y malos, y de ricos y pobres; descalificando a quienes soportan el aparato productivo del país.
Por lo anterior, en esta oportunidad, mi propuesta es que los empresarios se abstengan de indicar cifra alguna y que sea el Gobierno quien asuma esta decisión trascendental con absoluta responsabilidad por sus implicaciones macroeconómicas en cuanto a la generación de empleo e inflación, más aún cuando se acaba de aprobar una reforma tributaria que impuso importantes cargas al empresariado y clase media del país.
Es imperativo volver a generar el clima de confianza para recuperar la inversión, empleo y crecimiento, dado el contexto actual de desempleo de dos dígitos, inflación del 12,2%, devaluación del peso del 24%, informalidad creciente, entre otros.
Es absurdo que no haya representación de los trabajadores informales en la mesa – pues equivalen a más del 54% del mercado laboral – y por ende sea cada vez más lejana la posibilidad de cerrar esta brecha. Habrá que pensar hacia el futuro si este mecanismo de negociación es el adecuado, o por el contrario buscar otros procesos mucho más técnicos para avanzar en el logro del pleno empleo digno, que deberá ser el eje central de la discusión.
Como decía Einstein, “lo que es correcto no siempre es popular y lo que es popular no siempre es correcto”.
Camilo Sánchez
Presidente Andesco