David Navarro es reconocido como uno de los asesores más importantes en la construcción de la Agenda de Desarrollo Sostenible y los 12 Objetivos (ODS). Erick Morales Jiménez
“Si lo analizamos con los objetivos de desarrollo sostenible que buscan acabar con el hambre en el mundo es inaceptable que este objetivo se logre en un 50% o en un 80% porque eso significaría que podemos aceptar que algunas comunidades pasen hambre o que vivan inequitativamente. Para mi una sola persona que no logremos sacar de esa situación representa una falla política”, agregaba.
Esta edición de la TFA reunió a expertos del sector privado, público y de distintas Organizaciones No Gubernamentales, además de líderes locales, y centró la discusión en cómo enfrentar la dramática pérdida de biodiversidad, especialmente de los bosques, y el deterioro generalizado de la naturaleza a partir de sistemas alimentarios más sostenibles y acuerdos de cero deforestación.
En todos los paneles de este evento hubo pocas intervenciones tan inspiradoras como las de Nabarro. Al menos una persona en cada sesión tomó el micrófono para expresar lo profundamente conmovido que estaban con sus palabras. Su mensaje fue claro, reiterativo y siempre respaldado con una anécdota que confirma su basta experiencia. 40 años en el sector de la salud pública hicieron de este médico inglés uno de los personajes más interesantes del encuentro.
Nabarro ha sido profesor, funcionario público, diplomático. Ha trabajado con comunidades y en hospitales, universidades y programas de Naciones Unidas en más de 50 países. Es reconocido como uno de los asesores más importantes en la construcción de la Agenda de Desarrollo Sostenible y los 12 Objetivos (ODS).
Esta semana, precisamente, se conoció el primer informe que da cuenta sobre el estado de la biodiversidad a escala global, publicado por la IPBES, y las cifras son escalofriantes: un millón de especies en peligro y el 75% de la superficie terrestre transformada, por mencionar algunas. Estamos viviendo la mayor pérdida de biodiversidad en la historia de la humanidad y no podemos quedarnos como testigos silenciosos. Si la naturaleza se altera, la vida de cada uno de las casi ocho mil millones de personas que habita el planeta está en riesgo. Nabarro es contundente, pero también optimista, cambiar esta situación depende de todos, de cada uno de nosotros.
Las personas aún no son conscientes del vínculo que existe entre la producción de alimentos, el cambio climático y la pérdida de biodiversidad…
DN: Lo sé y es un gran problema, pero pienso que los humanos tenemos la capacidad de aprender cosas en un tiempo relativamente corto; así hemos aprendido el daño que le hacemos a nuestro cuerpo al fumar cigarrillos, a respetarnos entre nosotros, a evitar tratar a la gente de una manera diferente por su color de piel y hemos aprendido que el futuro es mucho mejor si respectamos a las mujeres de la misma forma en la que respetamos a los hombres. Pienso que en cinco años se darán grandes transformaciones entre los colombianos y que por fin entenderán que la naturaleza debe ser la prioridad y que solo así, el clima mejorará. Una estrategia de desarrollo verde como la que se viene desarrollando desde la coalición de alimentos y uso de la tierra (FOLU, por sus siglas en inglés) puede brindarles oportunidades económicas a muchos y ese es el mensaje que necesitamos transmitir.
¿Cómo se conectan los resultados de esta edición de la TFA con la Cumbre sobre el clima y la próxima Conferencia de cambio climático de Naciones Unidas?
DN: Vine a la reunión anual del TFA porque este es un evento que reúne a diferentes actores que trabajan por incrementar el valor que se le da a la naturaleza, especialmente a los bosques y otros ecosistemas terrestres. Las discusiones y los mensajes aquí planteados deben ser impulso suficiente para que los 700 personas que participaron salgan a difundir el mensaje: ¡vale la pena invertir en la naturaleza! Espero que esta misma energía y experiencia en Bogotá se replique en el Climate Summit, que se realizará en septiembre, y en la COP 25, que se realizará en Santiago de Chile al finalizar este año. Además, quisiera que cada colombiano siguiera este proceso y se diera cuenta cómo su país está tomando el liderazgo una vez más. Puede que no lo sepan, pero en el 2012 fueron algunos líderes colombianos quienes nos ayudaron a cambiar el paradigma y poner en palabras toda la agenda 2030 de Desarrollo sostenible.
¿Cuál es el valor de las soluciones basadas en la naturaleza como las áreas protegidas y los paisajes resilientes, para establecer ese vínculo?
DN: Debemos dejar de pensar y de decir que la naturaleza es una de las cosas más valiosas que tenemos. El oro y la plata son muy valiosos, pero para mí la naturaleza, especialmente la riqueza que ustedes tienen en Colombia, es lo más valioso del mundo, es algo a lo que no se le puede poner un precio. Son un país megadiverso y necesitan ser capaces de proteger esta riqueza porque no hay nada parecido. Espero que, con el tiempo, Colombia sea respetado por la manera en que los ciudadanos valoran la naturaleza y se conviertan en un ejemplo para el mundo. Las soluciones basadas en la naturaleza son el centro de todo.
¿Cómo lograr que la naturaleza se convierta en la motivación principal de los países para incrementar sus compromisos en la lucha contra el cambio climático?
Desafortunadamente, en nuestro trabajo para combatir esta problemática hemos descuidado a la naturaleza y su funcionamiento. Algunos dicen que para enfrentarlo necesitamos maquinas capaces de capturar carbón, pero no las necesitamos. Para eso tenemos árboles, manglares, entre otros ecosistemas. Lo que necesitamos es conservarlos efectivamente. Por lo tanto, si ustedes pueden asegurar que la naturaleza será la prioridad en sus planes de desarrollo, esto se traducirá en compromisos más ambiciosos; plantarán más árboles en la tierra, harán realidad el objetivo de frenar la deforestación. Y eso sería un ejemplo muy diciente de cómo la naturaleza puede ser el centro de estos compromisos.
Tomado de El Espectador