Inseguridad: de percepción a realidad

Camilo Sánchez, Presidente de Andesco

Tomado de Portafolio


Hace casi tres meses en otra columna dije que la inseguridad se venía incrementado en todo el país. Tristemente, pasamos de tener una percepción a una contundente y dolorosa realidad que todos debemos frenar y enfrentar como prioridad nacional, porque sin seguridad nada es posible, no se podrían realizar actividades diarias, productivas, estudios y esparcimiento que atraigan la inversión necesaria para generar crecimiento y crear más empleos que estimulen la economía para seguir reduciendo los indicadores de pobreza y desigualdad.

Empecemos por la inseguridad física. Las carreteras y caminos cada día son más peligrosos para quienes los transitamos. El secuestro nuevamente ronda campos, veredas y barrios, situación que casi habíamos superado.

La extorsión es el pan diario de los criminales. Construir obras de infraestructura y de servicios públicos se ha vuelto una proeza por los bloqueos, robos de maquinarias, agresiones e incluso atentados contra la vida de los operarios, impidiendo cumplir las jornadas laborales y cronogramas. Atentados terroristas, fleteos, robos digitales y asaltos a comensales en restaurantes y cafeterías forman parte del prontuario noticioso diario.

Preocupa la falta de presencia y pérdida de empoderamiento de la fuerza pública por su desmantelamiento, lo que está llevando a su descalificación y desconocimiento ciudadano por la poca gestión de los responsables, empezando por el Ministro.

Todo esto en aras de favorecer el derecho a la protesta y la denominada Paz Total, la cual realmente no avanza por la ausencia de seriedad y compromiso de la contraparte, que aprovecha las ganas y necesidad de negociar del Gobierno.

Seguimos con la inseguridad por desatención dada la incertidumbre generada por las reformas que se están tramitando sin acuerdos técnicos, poniendo en riesgo la prestación de la salud al desconocer los costos reales de la estatización del aseguramiento, aumentando la duda de quién atendería desde una simple consulta hasta el costoso tratamiento de enfermedades de alta complejidad.

Igual pasa con los anuncios sobre el petróleo y gas, o la expedición de los pasaportes, las autorizaciones del Invima o los trámites aduaneros, por mencionar algunos.

Finalmente, la inseguridad jurídica y normativa por las reformas laborales y pensionales que no abordan el eje central de la necesaria formalización y que literalmente desincentivan la creación de empleo y ahorro. También hay amenazas de incumplimiento de la regla fiscal y de intervención del precio de bolsa de energía, con la expedición de decretos y resoluciones que desconocen la institucionalidad vigente.

El Acuerdo Nacional debe materializarse sin improperios y señalamientos contra el sector empresarial, que solo han servido para dividir al país. Iniciemos ya atendiendo estos temas de inseguridad, para volver al sendero de la confianza y así avanzar hacia la tan añorada reactivación económica necesaria para lograr la mejor convivencia y desarrollo. Si queremos tener resultados efectivos y duraderos, debemos seguir tendiendo puentes pero con pulso firme.