Cinco años del Acuerdo de París: ¿Qué ha cambiado en Colombia?

Avances en mitigación y adaptación al cambio climático. Esto dicen expertos y expertas

Exactamente hace cinco años, después de muchos fracasos, 195 gobiernos decidieron cambiar el curso de la economía global. A esa histórica decisión se le conoce como el Acuerdo de París, un tratado legalmente vinculante con el que países (pobres y ricos) se comprometieron a mantener el calentamiento global por debajo de los 2 °C, el límite de seguridad científicamente aconsejado, con la aspiración de no superar los 1,5 °C por encima de los niveles preindustriales.

Colombia fue uno de esos países firmantes. Mientras se avanzaba en el proceso de paz con las Farc, al mismo tiempo el gobierno del expresidente Juan Manuel Santos se comprometía ante la comunidad internacional a tomar medidas concretas para adaptarnos y mitigar el cambio climático.

Si bien el país no contribuye en gran escala a las emisiones globales (solo representamos el 0,46 %), la evidencia científica advertía que la vulnerabilidad al cambio drástico de las temperaturas era el talón de Aquiles. ¿Qué ha cambiado en el país desde que se firmó en 2015 y se ratificó en el Congreso, en el 2017?

Para algunos expertos, desde el Acuerdo de París el país ha avanzado en la incorporación de las metas climáticas en los ministerios y los entes territoriales.
“Este es el primer gobierno desde la firma del Acuerdo de París, que incluye una meta de mitigación para el cuatrienio en el Plan Nacional de Desarrollo”, señaló Ricardo Delgado, investigador del Centro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para América Latina.

Además, hay ciudades que han incorporado metas de mitigación como parte de su plan de gobierno. Como es el caso de Bogotá. “Esto se ha traducido en inversiones que facilitarán la adopción de nuevas tecnologías. Ejemplo: el Ministerio de Minas y Energía sacó adelante la primera subasta de energías renovables y el tema de la transición energética entró de lleno en el sector; el Congreso de la República promulgo la Ley de Movilidad Eléctrica y hoy las ventas de vehículos eléctricos van en aumento. Hay varias ciudades con buses eléctricos como parte de su flota de transporte público”, agregó Delgado.

Para Luis Gilberto Murillo, quien fue ministro de Ambiente cuando se adoptó el Acuerdo, la ciudadanía ha avanzado más rápido en la acción climática que el Estado y el sector privado.

“Se han dado varías reformas institucionales. Se expidió la Ley 1931 de gestión del cambio climático, que debería organizar al país para que responda a estos desafíos. Sin embargo, aún falta el cómo: ponernos de acuerdo en cuál será nuestro modelo de desarrollo y establecer cuál será el papel del sector energético”, señaló Murillo.

Lo sucedido en los países amazónicos después de Acuerdo de París es un desastre, porque la deforestación y el inadecuado uso del suelo, que representan el grueso de las emisiones, están disparadas

Transición lenta

Jorge Hernán García, profesor de la Facultad de Administración de la Universidad de los Andes, cree que pese a los avances en términos legislativos logrados desde el Acuerdo, la penetración de energías renovables no convencionales aún es tímida.

El cambio de mentalidad requerido implicaría, por ejemplo –dice García–“que las empresas consideren sus inversiones en renovables como tema estratégico, sin depender de subvenciones gubernamentales”.

Por otra parte, dice el experto, “es importante anotar que el impuesto al carbono que existe en Colombia desde 2016 es relativamente bajo (y no se ha ejecutado) respecto a los daños generados por las emisiones de CO2, y no cubre al sector del carbón, lo cual deja en desventaja a las energías renovables”, agregó García.

Por el contrario, Manuel Rodríguez, exministro de Ambiente, cree que el país no ha empezado ni siquiera a reformar las políticas de desarrollo que destruyen la selva amazónica. “Lo sucedido en los países amazónicos después de Acuerdo de París es un desastre, porque la deforestación y el inadecuado uso del suelo, que representan el grueso de las emisiones, están disparadas”.

Por la misma línea va Gregorio Mirabal, directivo de la Coordinadora de Organizaciones Indígenas de la Cuenca Amazónica (Coica): «Nos preguntamos qué ha pasado con la participación que nos prometieron. Nuestros saberes siguen siendo ignorados, seguimos con el grito desde la selva pidiendo justicia, luchando contra el calentamiento del planeta».

Y a hay otros, que incluso creen que el Acuerdo de París no es la salida para la crisis climática: «Tenemos claro que el Acuerdo de París no es el camino, los cambios no se van a dar por la buena voluntad de corporaciones o gobiernos, por eso apostamos a las prácticas regenerativas, que surgen desde las organizaciones comunitarias y populares», señaló Andrés Gómez, investigador de la organización ambientalista Censat Agua Viva.

‘Las incoherencias’

El gobierno Duque ha comprometido 374 millones de dólares para apoyar la producción y el consumo de estas energías, sin poner ninguna condición para reducir su contaminación

Si bien muchos sectores aplauden los nuevos compromisos climáticos que presentará el presidente Iván Duque hoy y los avances del país en los últimos cinco años en su agenda climática, hay planes en el futuro incoherentes con esta ambición.

Para Elisa Arond, investigadora en el Instituto del Ambiente de Estocolmo, “hay una desconexión preocupante entre esta ambición climática y los planes de seguir expandiendo la producción de los combustibles fósiles”.

Según los datos de Energy Policy Tracker, un proyecto que rastrea la inversión de los países en combustibles fósiles, este año, por la pandemia, el gobierno Duque ha comprometido 374 millones de dólares para apoyar la producción y el consumo de estas energías, sin poner ninguna condición para reducir su contaminación.

Vale la pena aclarar que en esta suma se incluyó el préstamo que el Gobierno le otorgó a Avianca, pero que la compañía decidió no tomar. Ahora, si se compara esta inversión con la que están haciendo Argentina, Brasil o México, es realmente pequeña.

«En México son casi 4 mil millones de dólares comprometidos, de los cuales más de ¾ son para combustibles fósiles, específicamente en la forma de un apoyo directo a Pemex, la empresa nacional de petróleo del país. En Argentina, son casi 1.5 mil millones de dólares para apoyar a los combustibles fósiles y apenas medio millón de dólares para energías limpias. En Brasil, el balance se va hacia las energías limpias en lo que hemos podido cuantificar hasta el momento con unos 608 millones de dólares para combustibles fósiles y 785 millones para energías limpias. Pero de nuevo, estos son solamente los que se puede cuantificar, hay otras medidas de apoyo importantes que no son reflejadas en las cifras», detalló Arond.

Finalmente, según los datos de Energy Policy Tracker, en el país hay unos 4,4 millones de dólares comprometidos para las energías limpias.

Tomado de El Tiempo