Camilo Sánchez, Presidente de Andesco
Tomado de Portafolio
Han pasado las elecciones territoriales del 29 de octubre, momento propicio para hacer un alto en el camino, analizar los resultados, concertar y rectificar el rumbo porque el péndulo político rotó radicalmente.
Debemos aprovechar la oportunidad para iniciar un proceso de acuerdos con los diferentes partidos, el sector empresarial y organizaciones sociales, para trabajar todos hacia el mismo lado sin continuar segmentados.
El mensaje electoral fue claro y contundente. El Gobierno tiene que asumirlo y reaccionar en consecuencia, comprendiendo que, a solo 15 meses de su elección, los ciudadanos están manifestando inconformismo en las urnas, informándole que no les gusta lo que están viviendo en sus hogares y regiones por cuenta del modelo que se les ha tratado de imponer. Los guarismos electorales ratifican que no ven bien la pérdida de seguridad en los territorios ni la polarización, porque les creó zozobra e incertidumbre.
Queda claro que la división solo ha incentivado más odios, desempleo y se han acrecentado las brechas sociales y económicas. Hoy, el mandato popular es a la unidad y búsqueda de acuerdos, para no destruir lo que se ha construido con tanto esfuerzo por muchas décadas.
Claro que hay que hacer cambios, pero concertados y técnicos por encima de los simples planteamientos ideológicos.
El Gobierno debe entender que el Acuerdo Nacional que promueve debe pasar del dicho al hecho, a través de un diálogo franco y desprovisto de dogmatismos para así evitar continuar con revanchas, descalificaciones y más polarización.
Llegó el momento de mostrar que lo que nos importa a todos los sectores es nuestra gente y trabajar coordinadamente para tramitar las propuestas en el Congreso y no en la calle, y que las reformas se den sin improvisación ni exigencias distintas a la que generen los mejores estudios técnicos.
El diálogo debe iniciarse por las capitales: Bogotá, Medellín, Cali, Barranquilla y Bucaramanga, haciéndolo extensivo a cada departamento y rincón del país. Bogotá, con Galán como alcalde electo, puede ser el gran laboratorio a replicar, trabajando de manera coordinada y mancomunada, respetando su autonomía sin amenazas ni imposiciones, para ejecutar las obras macro como el metro, los Regiotram, Transmilenio, entre otras, convirtiendo estas obras en logros comunes, generando una nueva dinámica de eficiencia, sinergia y transparencia al realizarlas sin importar la filiación política, ni tendencia.
El pueblo ha dictado sentencia democrática en las dos últimas elecciones vividas en Colombia. En esta ocasión los ciudadanos mostraron su descontento al votar mayoritariamente por alcaldes y gobernadores no afines al Gobierno Nacional.
Por ultimo, , sin dar saltos al vacío y sin quedarse en simples titulares o tweets. La voz del pueblo es la voz de Dios y nuevamente se pronunció.