Camilo Sánchez, Presidente de Andesco
Tomado de Portafolio
No nos cansaremos de insistir en la necesidad de construir puentes entre los que ganaron por una mínima diferencia electoral y los que no acompañaron la propuesta del presidente Petro. Creemos que el borrón y cuenta nueva es el camino más tortuoso y costoso para avanzar. Menos aporta que en cada intervención presidencial el lenguaje sea de amenaza y descalificación, sin reconocerse nunca el trabajo hecho por los demás.
Llamamos al Gobierno a no sólo cambiar el tonito, sino a realmente empezar a escuchar. Se pueden construir las reformas sociales partiendo del disenso en el Congreso de la República como escenario natural, y no en las calles y a las malas, para lograr reformas duraderas y sostenibles en lo laboral, salud, pensiones y servicios públicos.
La argumentación técnica y responsabilidad fiscal deberá ser el mantra de todos, para así no caer en la simple idealización que sólo adormece.
Nada más contrario a la unidad del país que tildar de esclavistas, racistas e indolentes al contradictor, al empresario, a la clase media, al estudiante, al trabajador y mucho menos utilizar prácticas politiqueras anteriormente criticadas para lograr los objetivos a cualquier precio. Fondo y forma son la clave del éxito.
Este desgaste en 11 meses no ha permitido que avancemos; al contrario, estamos en un proceso de decaimiento económico cuyo costo social es alto y difícil de recuperar. Nada más contraproducente que tener algunos funcionarios que para ganar puntos se convierten en bomberos pirómanos por sus improvisados anuncios. Como se decía en la época de los Borgia: “O César o nada”.
Aplaudimos que el Gobierno quiera darle un nuevo impulso a La Guajira, pero no vemos necesaria la declaración de emergencia económica para lograrlo y mucho menos que empecemos a buscar culpables en el empresariado.
Será muy importante ver cómo el presidente dinamiza, reglamenta y destraba el tema de las consultas previas, talón de Aquiles para los proyectos eólicos y solares que no tendremos disponibles para el fenómeno de ‘El Niño’ previsto.
De no hacerlo, los guajiros perderán su oportunidad de oro y las inversiones se trasladarán a otras regiones que les brinden acogida y mayor seguridad.
Penoso sería que la transición energética quedase como letra muerta en el papel de otro buen discurso.
Hay que fortalecer la institucionalidad territorial en La Guajira para poder atender los ya históricos problemas de salud, educación, vías, agua potable e indicadores de pobreza y desnutrición inaceptables.
Pero aquí hay que ser categóricos; esto no es responsabilidad de los operadores de agua potable, ni de los desarrolladores de proyectos de energías renovables, ha sido culpa de la corrupción y la inadecuada articulación territorial con la nación. Las empresas no están para sustituir al Estado, simplemente lo complementan.
La narrativa y acción deben venir acompasadas adecuadamente. Como decía Confucio: “Es mejor encender una vela que maldecir la oscuridad”.