Camilo Sánchez, Presidente de Andesco
Tomado de Portafolio
Ya trascurrió el primer año de este Gobierno e infortunadamente las cosas están peor que antes según estudios y sondeos de opinión. Hemos sido incapaces de entender que basados en la confrontación, generando miedo y odio no se lograrán los cambios anhelados, olvidando la fórmula fácil de construir acuerdos a partir de las diferencias, mediante el diálogo.
Hoy la inseguridad es la preocupación central, porque frena las transformaciones reales y duraderas que ayudarán a generar inversión, empleo y cierre de brechas. La paz será fundamental para avanzar con paso firme, pero no podemos lograrla a cualquier costo. No repitamos errores pasados.
Invitamos al Gobierno para que mientras negocia, les demos a nuestras fuerzas militares todas las herramientas, presupuesto y respaldo para que continúen realizando su labor, sin dejarnos confundir por cantos de sirena de aquellos que tienen como negocio las drogas y jamás lo dejarán por las buenas.
Unánimemente, los colombianos, desde el campesino humilde hasta el empresario, piensan que no podemos ni debemos retroceder un ápice en seguridad. Por eso cada vez que este Gobierno y sus fuerzas militares tienen cualquier éxito lo festejamos a rabiar.
Hoy hablo como uno más de los millones de ciudadanos que hemos vivido los horrores de la guerra. Mi padre fue secuestrado y yo perdí la vista de uno de mis ojos en una lucha desigual e injusta que no ha generado sino dolor, pérdidas morales y materiales.
Por esto queremos ahorrarles a las nuevas generaciones padecer sufrimientos y sentirse cautivos en sus hogares; la gente no se podía movilizar por las carreteras por miedo a las “pescas milagrosas”; el poder del narcotráfico creció y fue demencial, casi logran tomarse nuestras instituciones; la economía en general decreció paralizando al país dejándonos ad portas de ser un Estado fallido.
Fue solo gracias a la unidad nacional, la ayuda internacional y el sacrificio de muchos mártires que se logró recuperar el rumbo para superar esa horrible época, que hasta hoy creíamos prueba superada.
Es innegable que la inseguridad, tanto urbana como rural, ha pasado de la simple percepción a una realidad inocultable, y por esto llegó el momento de recuperar la unidad y sin miedo exigir que nunca más se repitan estos momentos. Los colombianos no permitiremos nuevamente ser tierra de nadie, donde se aplique la ley del más fuerte o la ley del talión.
Para que esto no suceda debemos respetar y respaldar a nuestra fuerza pública, la cual es la única constitucionalmente competente para ejercer la autoridad y el uso de armas en nuestro territorio, respetando los derechos humanos, pero sin maniatarla para que no quede inactiva, porque se pondría en juego nuestra democracia y tranquilidad.
No se hará justicia hasta que los que no se vean afectados estén tan indignados como los que sí.