Los tres principios del manifiesto de Davos 2020

Este indica que las empresas deben ser equitativas en lo social y sostenibles respecto al uso de los recursos y los sistemas naturales. 

La teoría clásica de la administración, hablando de esos años de principios de Siglo XX, o finales del XIX, sostenían sin mayores remilgos que la finalidad central de una empresa era la maximización de utilidades.

Esa versión se sostuvo hasta bien entrado el siglo pasado en función de satisfacer a los grupos de interés, a los “stakeholers”. En ellos tenían un papel predominante, muchas veces único, los accionistas.

En la actualidad y en pleno desarrollo –casi irreversible- del calentamiento global, nos damos cuenta que la producción tiene efectos o repercusiones, no siempre positivos. Nos percatamos de las externalidades, muchas de ellas negativas que nos están llevando a este estado de cosas: daño al medio-ambiente y condiciones de creciente inequidad. Esto último amenazando la finalidad de alcanzar y consolidar mercados incluyentes.

Es en ese contexto en el que surge la formulación este año de los tres principios del denominado Manifiesto de Davos, una reunión que se celebró en ese poblado suizo, del 21 al 24 de enero pasado. Esos principios se resumen en lo siguiente:

• El propósito de las empresas es colaborar con todos los grupos de interés relacionados con su funcionamiento. Se hace explícito que las empresas no funcionan únicamente para los accionistas, sino que abarcan a comunidades locales, sociedad en general, empleados, proveedores y clientes.

• Una empresa es más que una unidad económica que genera riqueza. Una empresa es una organización que atiende a las aspiraciones humanas del sistema social en su conjunto. Los salarios de los ejecutivos deben reflejar la responsabilidad ante las partes interesadas.

• Una empresa, especialmente multinacional o transnacional, es en sí misma, un grupo de interés al servicio de un futuro global.

Se trata al menos de una declaración formal que identifica elementos en pro de hacer que las empresas o unidades productivas se aboquen a su responsabilidad con el medio ambiente y con el desarrollo de las sociedades. Un desarrollo que se encamine a ser eficiente y eficaz en lo productivo y económico, equitativo en lo social y sostenible respecto al uso de los recursos y sistemas naturales en lo ecológico.

Subrayando lo que sería la convicción por un efectivo valor compartido, se puntualizó: “Las empresas deberían pagar un porcentaje justo de impuestos, mostrar tolerancia cero frente a la corrupción, respetar los derechos humanos en sus cadenas de suministro, y defender la competencia en igualdad de condiciones”. No son declaraciones de ningún líder sindical. Son las palabras de Klaus Schwab (1938-) el economista alemán que en 1971 fundó el Foro Económico Mundial de Davos, Suiza.

Giovanni E. Reyes
Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard.
Profesor Titular y Director Académico de Pregrados de la Escuela de Administración de la Universidad del Rosario.

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